Y el Oscar de los inventores
es... para Charles W. Hull, el hombre que creó la primera impresora 3D, la
tecnología que va a cambiar de manera inimaginable la sociedad en los próximos
años, la "revolución maker". Un invento que es, sin embargo, sorprendentemente
antiguo: "El primer objeto lo produjo el 9 de marzo de 1983. A las once y
media de la noche. "Vino y me lo puso en la mano...", dice muy
orgullosa su esposa Anntionnette, mostrando el hijo de aquella noche, una
especie de copa de una pieza, hecha de plástico negro.
En la gala de los Premios a los
Inventores Europeos 2014 de la EPO (Oficina Europea de Patentes), celebrada en
Berlín, Hull ha recibido el premio reservado a la categoría de países no
europeos. Él es estadounidense y su empresa 3D Systems fue creada en 1986, tres
años después de su primera impresión, en Valencia (California), para empezar a
desarrollar la estereolitografía, que desde el primer momento concibió tal y
como es ahora: "Yo trabajaba para una empresa en la que necesitábamos
hacer objetos de plástico, para probar prototipos de nuestros productos, y era
muy trabajoso. Había que hacer primero un molde, para luego inyectar el
plástico... Yo pensé que sería más fácil si pudiera fabricar el objeto
directamente, creándolo capa a capa con el mismo plástico".
Así fue como empezó todo hace más
de 30 años, con un artefacto artesanal construido en un garaje. ¿Y pensó
entonces Charles Hull que esto se convertiría, tanto tiempo después en the next
big thing ("el próximo bombazo")? El inventor, de 74 años, sonríe con
suavidad y asiente: "Se lo dije entonces a mi mujer: esta tecnología va a
necesitar 30 años para madurar, pero va a ser algo muy importante". Ahora
ve un futuro muy inmediato de utilización masiva para la manufactura
instantánea de objetos domésticos y asume con naturalidad su utilidad para
generar tejidos orgánicos a partir de bases celulares. "Todo eso es un
desarrollo natural para esta tecnología", afirma con una perenne sonrisa
complacida.
La mayoría de los restantes
premiados en la gala de Berlín lo son invenciones relacionadas con aspectos de
la salud. El premio en la categoría de Industria es para Koen Andries
(Bélgica), Jérôme Guillemont (Francia) y su equipo, que han logrado desarrollar
un compuesto al que han bautizado como "bedaquiline", que se muestra
como un medicamento eficaz contra el bacilo de Koch, la bacteria que produce la
tuberculosis (todavía dos millones de muertos al año en el mundo).
En la categoría de Pequeña y
Mediana Empresa, a cuyo galardón aspiraba el español Carles Puente por su
revolucionaria [hace 20 años] antena fractal para móviles, el ganador es el
equipo danés formado por Peter Holme Jensen, Claus Hélix-Nielsen y Danielle
Keller, por la invención de un sistema para purificar agua sin consumir
energía, utilizando las membranas de proteínas denominadas acuaporing y un
proceso de osmosis.
En Investigación, el Oscar es
para el test de ADN rápido inventado por el británico Christofer Toumazou. Se
trata de un dispositivo con un chip en un USB, que en cuestión de minutos puede
descifrar el código genético de una persona para detectar cualquier mutación
sin pasar por un laboratorio.
El reconocimiento a toda una vida
es para el veterano y reverenciado alemán Artur Fischer, con más de 1.100
patentes en su haber y en particular el sistema para la construcción
"pared Fischer", que revolucionó la construcción en 1958 y los
sistemas de juguetes "fischertechnik".
Y por último, el galardón
otorgado por votación popular, que el pasado año fue ganado por el ingeniero
español José Luis López Gómez, ha sido en 2014 para los japoneses Takayuki
Nagaya, Masahiro Hara y su equipo, que inventaron el multiusos código QR, esa
variación del código de barras que es capaz de introducir gran cantidad de información,
números y letras en una pequeña imagen cuadrada muy fácil de leer para el
escáner.
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