Un cerebro completamente
transparente; una especie de medusa cristalina para observar el interior del
órgano más desconocido del ser humano. Eso es lo que han logrado investigadores
de la Universidad de Stanford (EEUU), cuyos resultados se publican esta semana
en la revista 'Nature'.
La idea no es nueva, y ya hace
años que se trabaja con embriones transparentes para poder observar con
fluorescencias distintos órganos y tejidos. En el caso del cerebro, el japonés
Atsushi Miyawaki (del Centro Riken de Ciencias del Cerebro) y el alemán
Hans-Ulrich Dodt ya habían logrado algo similar con roedores en 2011 y 2012,
respectivamente. Sin embargo, en esta ocasión, el hidrogel empleado por Karl
Deisseroth y su equipo mejora la calidad de la imagen como nunca antes y, además,
lo han empleado también con éxito en cerebros humanos que se conservaban en
bancos de tejidos, procedentes de donaciones.
Santiago Canals, director del
grupo de Plasticidad de redes neuronales del Instituto de Neurociencias de
Alicante (dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
-CSIC-) asegura que la técnica "es muy prometedora porque ofrece imágenes
brutales", aunque subraya que "no tiene ninguna aplicación clínica si
no para investigación de enfermedades".
El resultado, un cerebro
transparente, sin opacidades que permitan la observación de todas sus células,
fibras y conexiones nerviosas. Hasta ahora, esto sólo era posible 'loncheando'
el órgano para analizar sus regiones más profundas al microscopio.
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