Fruta, pescado, verdura,
literatura (por kilos), música, diseño... ¿y si su mercado habitual ofertase
una lista tan dispar? Extraño parece, desde luego, pero no es disparate. Y es
que hay mercados de abastos que, sin renunciar a su autenticidad, cada vez
cuentan con más propuestas innovadoras entre sus puestos. Solo con un paseo, uno
puede comprar pescado para la cena, hojear un par de libros auto editados,
acudir a un taller de cocina o incluso disfrutar de un concierto. Todo en el
mismo sitio.
Con décadas de historia a sus
espaldas, los mercados de abastos representan la tradición culinaria y las
costumbres del barrio donde se emplazan. Con el paso de los años, algunos de
los más importantes se han especializado hasta convertirse en templos gourmet
que ostentan manjares listos para degustar, un punto indispensable en la ruta
de cualquier turista en la urbe. Otros se han transformado en centros de ocio
con supermercados y restaurantes. Y los que se mantienen sobreviven como pueden
a esta época de sequía, aunque gran cantidad de comerciantes se han visto
obligados a echar el cierre.
Sin embargo, hay mercados de
abastos que están logrando renovarse sin perder su aire tradicional. La llegada
de pequeños emprendedores, que han rescatado puestos cerrados para desarrollar
proyectos originales, ha permitido que estos establecimientos hoy sean espacios
vivos y versátiles, un ecosistema donde comercios veteranos y ofertas de ahora
conviven alegremente. Su reactivación está siendo acogida por los vecinos que
hacen su compra habitual al mismo precio y por una clientela joven, atraída
tanto por la modernización como por el ambiente de siempre. Aquí les
presentamos, como ejemplo, varios mercados que en vez de perder su esencia
cotidiana, la han reforzado haciendo que las nuevas ideas también formen parte
de su identidad, es el mercado de San Fernando en Madrid. MERCADO DE SAN FERNANDO
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